Carlos Vidal Guzmán sobre las primeras películas del cine venezolano.
El cine vio luz en Venezuela el 28 de enero de 1897 con la proyección en el
teatro Baralt de Maracaibo de “Célebre especialista sacando muelas en el Gran
Hotel Europa” y “Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo”, las
primeras cintas rodadas en suelo criollo por el emprendedor zuliano Manuel
Trujillo Durán. Desde entonces y hasta hoy, con subidas y bajadas, es mucho el
camino recorrido por una industria que además de entretener, ha servido de
espejo para el país y su gente.
Cercano a la celebración de sus 120 años, el cine nacional sigue todavía en la
búsqueda de su propia identidad, con un mayor número de producciones y
espectadores en las salas e importantes reconocimientos, siendo los más
importantes de los últimos tiempos el Goya como mejor película iberoamericana
2014 a “Azul y no tan rosa” de Miguel Ferrari, y el León de Oro del Festival de
Cine de Venecia otorgado el año pasado a “Desde allá”, ópera prima del
director Lorenzo Vigas, un hito no solo para Venezuela sino de toda
Latinoamérica.
Sin embargo, son muchos los escollos que la producción cinematográfica debe
sortear para establecerse como una industria sólida, desde aspectos legales
hasta mayores fuentes de financiamiento, para lograr que la norma sean cintas
de calidad tanto a nivel de contenido como de producción, que puedan ser
disfrutadas por un público cada vez más grande.
Bernardo Rotundo, sobre Gran cine y crisis en el cine venezolano.
Bernardo Rotundo es el presidente de Gran Cine, circuito de cine experimental
de autor y responsable de importantes festivales en Venezuela que este año
celebró sus primeros 20 años. A pesar de las dificultades que atraviesa el país
se muestra optimista sin dejar de reconocer que no es fácil la tarea de llevar
buen cine al público. “Nosotros no hacemos agenda política, sino agenda
cinematográfica y a veces nos dicen: cómo vas a hacer un festival en este
momento, y bueno, nunca hemos dejado de hacer los festivales”.
Esta iniciativa nació en 1996 gracias al esfuerzo conjunto de Douglas Palumbo,
José Pisano, Solveig Hoogesteijn, Libio Quiroz, Fernando Rodríguez y el propio
Rotundo. “Nos reunimos y decidimos agrupar las salas que dirigíamos. Yo
estaba en el cine Prensa y la sala Margoth Benacerraf, y José Pisano en la
Previsora; la idea fue hacer una cartelera cinematográfica común”, recuerda.
Gracias a Gran Cine los espectadores venezolanos pueden disfrutar de los
festivales de cine francés y español, dos de los más esperados.
Pero no ha sido fácil la tarea. “Hemos trabajado con las uñas, sin aportes
públicos ni privados, nos movemos con nuestros ingresos propios”, señala, al
tiempo que enumera las dificultades que enfrentan: “La sala Margot Benacerraf
está cerrada, así como las tres salas de Centro Plaza y La Previsora. Eso indica
un descenso en la exhibición del buen cine”. También advierte de una
disminución de casi 40% en las taquillas, producto de la crisis económica y
cómo la falta de divisas ha reducido cada vez más las proyecciones de cintas
alternativas.
A la espera de una ley para el cine venezolano
El doctor Rafael Godoy fue coordinador de la Comisión Parlamentaria del
Proyecto de reforma de la Ley de Cinematografía Nacional, que por algunos
años estuvo dedicada a la adecuación del estatus legal del cine venezolano
para adaptarlo a los tiempos modernos, tomando en cuenta las propuestas de
varios gremios del medio cinematográfico, como la Asociación Venezolana de
Documentalistas, la Cámara del Cine y el Video, la Sociedad Cinematográfica de
Editores de Venezuela, Sociedad Venezolana de Cinematografía y el Circuito
Gran Cine, entre otros, y la del realizador y representante del Centro Nacional
Autónomo de Cinematografía (CNAC), Carlos Azpúrua.
Godoy señala que aunque ya no es parte de la comisión, sigue muy de cerca el
proceso y afirma que se están trabajando en los objetivos. También asegura
que de ser aprobada esta reforma será de gran provecho para el cine nacional
y, lo más importante, se logrará bajo el consenso del sector público y privado,
superando los contrastes ideológicos y políticos. Sobre la situación actual del
cine, considera que la crisis eléctrica y el aumento del costo de la boletería
golpearon muy duro a la taquilla, pero celebra la democratización del cine en
Venezuela. “Hay voluntad y ganas de hacer nuevas cosas. La Villa del Cine es
un gran aporte del Estado”.
Alexandra Braun sobre el cine venezolano
La ex miss, modelo, locutora, diseñadora y actriz de teatro, cine
y televisión, destaca el incremento en el número de películas que se vienen
realizando en Venezuela. “Desde hace unos diez años, con el apoyo de la Villa
del Cine y el CNAC, ha crecido la producción del cine nacional, esto es
importante, pero considero que debería haber más apoyo por parte de la
empresa privada. Hacer cine es muy costoso”.
Por otro lado, manifiesta sentirse muy complacida por las nuevas oportunidades
que se le presentan a los actores. “En realidad estoy muy contenta. Comencé
con pequeños personajes en la Villa del Cine, con la cinta “La Pura Mentira”,
dirigida por Carlos Malavé, le siguió “Puras Joyitas” y luego protagonicé “Hasta
que la muerte nos separe”, de Abraham Pulido, una historia de amor y celos”.
Con esta cinta Alexandra obtuvo este año el premio Román Chalbaud como
Mejor Actriz. Ahora regresa con la película Uma, dirigida por Alain Maiki, rodada
en Italia y Venezuela.
El cine venezolano no escapa a la realidad del país. La crisis política, social y
económica, sobre todo en lo concerniente a la alta inflación y el acceso a las
divisas, hace mella en una industria que amerita de importantes recursos
financieros para subsistir pero cuyo mayor sustento radica en la creatividad, el
talento y las ganas de trabajar de sus hacedores que, como expone Rotundo,
solo con un esfuerzo mancomunado podrán mantener un cine productivo.
Mujeres de película en el cine venezolano
Al aproximarse a la celebración de los 120 años del cine nacional, oportuno
resulta revisar el trabajo de las mujeres en la industria. La lista la encabeza
Margot Benacerraf; ella abrió el camino de las premiaciones internacionales
cuando en 1959 su largometraje “Araya” recibió el Alma de Oro del Festival de
Cannes. Le siguió Betty Kaplan, quien dirigió las películas “Doña Bárbara”,
“Almost a woman” y “Of love and shadows”.
La primera cinta de Fina Torres, “Oriana” (1985), ganó la Cámara de Oro al
mejor film en Cannes, el India Catalina de Oro a la Mejor Película del Festival de
Cine de Cartagena, Colombia, y otros reconocimientos en Alemania, Portugal y
Estados Unidos. Le siguen “Mecánicas celestes”, “Las mujeres arriba”, “Habana
Eva” y “Liz en septiembre”. Todas protagonizadas por mujeres.
“Manoa”, la celebrada “Macu, la mujer del policía”, “Santera” y “Maroa”,
seleccionada para representar a Venezuela en la edición 79 de los premios de la
Academia como mejor película extranjera, han sido dirigidas por la cineasta
Solveig Hoogesteijn quien es la coordinadora general del Trasnocho Cultural,
espacio ubicado en el centro comercial Paseo Las Mercedes que cuenta con
cuatro salas de cine a precios solidarios. “A pesar de mostrar cine de autor
independiente de todas partes del mundo, nuestras entradas cuestan una
tercera parte de lo que vale una sala de cine comercial porque nuestra misión
principal no es hacer negocio, sino difundir cultura”, afirma.
En los últimos años han despuntado los nombres de las jóvenes Mariana
Rondón y Marité Ugás con su cinta en conjunto “A la medianoche y media”, y
por separado, Ugás con el “El chico que miente” y Rondón con “Pelo malo”,
ganadora de la Concha de Oro en el Festival Internacional de Cine de San
Sebastián, España.
Ahondando en la historia de la cinematografía nacional, se puede forjar una
idea de lo que ha sido el séptimo arte en Venezuela. Los críticos de la materia
coinciden en afirmar que el cine venezolano -sin duda alguna- afronta la crisis
por la que atraviesa la nación de manera firme y continua, pero no se puede
negar de que dicha crisis incidirá en una merma considerable de material para
la gran pantalla, pero las ganas de seguir con los proyectos nunca faltarán. El
séptimo arte es buena energía, es pura creatividad, es parte de la humanidad, y
Venezuela no es ajena a ese escenario mundial.
Vía: Carlos Vidal.